Ganadores del Concurso de Cuentos


“Después del Cambio”


María Guadalupe Vargas Padilla

En el siglo XVII, en un pueblo llamado Colorado, habitaban personas que toda su vida la habían dedicado al trabajo duro, la mano de obra. Ellos no eran ricos; pero tampoco eran pobres. En esas épocas no era muy difícil trabajar, ya que cada persona trabajaba de lo que sabía, si “fulanito” sabia fabricar zapatos él sería zapatero, que “menganita” sabía coser ella sería costurera o diseñadora, desde un punto de vista se podría afirmar que no era necesaria tanta tecnología, ya que contaban con personas para hacer cosas que ellos no podían hacer, era como un intercambio “si se me descompone algo tú lo arreglas y de cambio yo te arreglo aquello” era todo “color de rosa” ... De un tiempo para acá los gobernadores decidieron hacer un cambio en la forma de gobernar, querían que el pueblo utilizara más aparatos modernos, ya que si lo hacían podrían vender a otros países más de sus productos artesanos.

El pueblo al principio estaba muy entusiasmado, ya que les prometieron que mejoraría su economía y la forma de vivir, el caso es que todos estaban felices por las nuevas fábricas que les pondrían a los trabajadores y las mejores condiciones en las que se encontraban, claro que el gobierno tuvo que invertir en toda esa infraestructura, así que les exigían a los trabajadores un porcentaje de su sueldo. Conforma pasaba el tiempo, las personas pasaron de ser pueblo a ser de ciudad, lo que atrajo a más personas de otros pueblos que querían las mismas oportunidades, pero al encontrarse con una mayor cantidad de trabajadores y que la industria cada vez avanzaba más, algunas personas que ya tenían un trabajo asegurado, lo iban perdiendo por el incremento de la población y debido a que ya no trabajaba la persona si no la máquina.

El pueblo se mostró un tanto descontento y exigieron una solución al problema, pero el gobierno ya no tenía el control sobre las fábricas, pues las habían vendido a los extranjeros por su afán de ganar más dinero, así que trataron de calmar a la gente prometiéndoles más fábricas, pero esa solución ya no era válida para las personas, ellos querían que todo volviera a ser como antes, pero eso era más que imposible, ya que sus familiares dependían de algo más que un intercambio; así que el gobierno después de mucho pensarlo decidieron que les otorgarían una parte de las ganancias de las fábricas que habían vendido a cada uno de los trabajadores desempleados, para que cada uno pudiera invertirlo en un negocio o en lo que pudiera sacarlos adelante.

La enseñanza es; que el cambio no es malo, todo depende de cómo lo manejes.


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"El pueblo abandonado"

Yazmín González Vázquez

Había una vez en un pueblo abandonado que se encontraba muy lejos de la ciudad, era un pueblo muy hermoso, no había llegado la tecnología en ese lugar. La gente de ahí era muy buena y amable, todos los días en una plaza se ponían la gente de ese lugar a intercambiar lo que necesitaban.

Un día unos campesinos decidieron ir a la ciudad pero la mayoría le decía que no fueran porque tal vez ahí los podrían discriminar, pero un campesino dijo que aquí no tenían los servicios necesarios, no había casi nada de agua, no tenían drenaje. El campesino dijo que una vez fue a la ciudad que era hermosa, tenían transporte y que él no se iba a quedar más sufriendo aquí. Él reconoció que su pueblo era fantástico pero, él se iba por falta de recursos, después los demás campesinos al escuchar lo que dijo de la ciudad todos se animaron a irse, todos se fueron menos las mujeres ya que tenían que quedarse a cuidar sus hijos. Los hombres se marcharon, se despidieron de sus esposas, en un largo camino los campesinos pasaban frío, sed y hambre.

Cuando llegaron a la ciudad todos se daban cuenta de lo que había dicho su compañero, la ciudad era bella; pero un compañero dijo: “Pero mi pueblo es más hermoso” y todos dijeron: “Estoy de acuerdo”. Todos se pusieron de acuerdo para verse en la noche en ese mismo lugar. Un campesino que se llamaba Juan entró a un cine para pedir trabajo de limpia, él entró muy amable y dijo: “Muy buenos días señorita, de casualidad no necesita a alguien que le ayude en algo, no sé como limpiar los pisos”. La señorita le contestó muy agresiva, le dijo: “No necesitamos gente que viene de rancho como usted yo no sé como dejan entrar aquí a la ciudad gentuza como tú”, el señor amablemente le contestó: “Tampoco es para que nos hable así, somos iguales no sé que tiene usted que no tenga yo”…. en eso interrumpió la señora, le dijo: “No se da cuenta lo que nos hace diferente, es la clase de persona como nos hayan educado nuestros padres, bueno a usted no le tengo que dar explicaciones , váyase antes que llame a seguridad y que lo echen a patadas.... váyase que no oye lo que le dije rancherito” el señor muy triste se marchó en cualquier lugar lo trataban así , en la noche se fue al lugar donde se quedaron de ver todos empezaron a hablar y a todos les pasó lo mismo.

Ellos al día siguiente decidieron marcharse a su pueblo al llegar allá les contaron a sus mujeres lo que había pasado pasaron días y entre todos se pusieron de acuerdo y dijeron que solos iban a salir adelante fueron a la ciudad otra vez pero sólo en busca de un maestro indígena para que les enseñaran los deberes que debían tener sus hijos.

Todos los días los campesinos se esforzaban para salir adelante todos en la mañana de los días domingos iban a la ciudad a vender naranjas, lo que juntaban entre todo el pueblo lo guardaban y con ese dinero le pagaban al maestro que les daba clase a sus hijos, lo demás lo invertían en el pueblo para carreteras. A partir de allí vivieron felices por siempre.

Fin

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